¿Quiénes somos?
El Movimiento de Vida Cristiana (MVC) es un movimiento eclesial con una espiritualidad y un estilo propios dentro de la comunión de la Iglesia. Es una Asociación Internacional de Fieles de Derecho Pontificio, aprobada en el año 1994 por San Juan Pablo II.
El MVC constituye un espacio comunitario de encuentro con el Señor Jesús, en el que se busca experimentar una auténtica y comprometida vida cristiana. Como porción de la comunidad eclesial, se inserta activamente en la misión de la Iglesia. Por ello aspira a proyectarse apostólicamente a través de la vida testimonial, el anuncio de la fe y la promoción humana integral, a la luz del Evangelio y de las enseñanzas de la Iglesia. Su identidad está sellada por su eclesialidad y por su vocación al apostolado, que marcan la vida y el compromiso de sus integrantes.
El MVC está conformado por hombres y mujeres, de diversos estados de vida, que se vinculan en una misión apostólica común. Esta vinculación puede ser a título personal o en forma colectiva, y lleva a constituir comunidades, grupos, instituciones, asociaciones y servicios de diverso tipo y con distintas finalidades apostólicas concretas.
Nuestra Historia
El Movimiento de Vida Cristiana nace en el año 1985 en la ciudad de Lima, Perú. En ese entonces se habían constituido diversos proyectos, grupos e iniciativas en torno al Sodalitium Christianae Vitae. Su historia se va desarrollando en medio de la vida cotidiana de un grupo de cristianos que procuran vivir el divino Plan alentados y fortalecidos por la gracia de Dios. Desde los inicios hay una clara conciencia de que se trata de acoger los dones del Espíritu Santo y cooperar con ellos.
Con el paso del tiempo, la maduración y el crecimiento del Movimiento, la Santa Sede lo reconoce como Asociación Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio. Eso ocurría el 23 de marzo de 1994, en la fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima y Patrono de los Obispos de América Latina. El MVC recibió dicho reconocimiento de la Sede Apostólica mediante un Decreto del Pontificio Consejo para los Laicos, presidido entonces por el Cardenal Eduardo Pironio y acompañado como Vicepresidente por el hoy Cardenal Paul Joseph Cordes. Mediante el mismo Decreto se aprobaba el texto de sus Estatutos.