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Trinitaria

Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, «Dios es único pero no solitario». Por la fe sabemos que Dios se ha revelado en el Señor Jesús como Comunión de Amor. «En la irrupción del Verbo Eterno en la historia humana, a través de la puerta de la Anunciación-Encarnación, tenemos el acontecimiento central de la manifestación del misterio de Dios Comunión de Amor que quiere reconciliar a los hombres consigo».

El ser humano descubre en lo profundo de su ser una nostalgia de reconciliación que expresa el anhelo de la comunión con la Santísima Trinidad perdida por el pecado original. El Plan de Dios contiene una invitación a participar de la Comunión Divina de Amor. Y por la fe sabemos que Dios tiene un camino pedagógico para ir encaminando al ser humano a la participación en la Comunión Divina.

En el Señor Jesús, mediador y plenitud de toda revelación, se nos ha manifestado que la Trinidad es una Comunión creadora y reconciliadora; destacando la centralidad de este misterio, señala: «A la luz del misterio trinitario (…) recibimos la conciencia del valor de la persona, su apertura dialogal, así como la necesaria dimensión comunicativa de los bienes, ante todo los personales, los talentos que el Señor nos ha concedido; y también, obviamente, los bienes perecederos».

El ser humano debía realizarse como imagen creada de Dios, reflejando en su vida y acción el misterio divino de comunión, así como plasmando este dinamismo de comunión en su convivencia con sus hermanos, y en la acción transformadora sobre el mundo. En el Señor Jesús descubre el camino para vivir esta vocación. De esta forma encuentra la manera de dar gloria a Dios y participar de la comunión de la Santísima Trinidad. Como comunidad eclesial, el MVC descubre que está llamado a ser un espacio de encuentro con Dios, Comunión de Amor, a través de la conformación con el Señor Jesús.

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