Cotidiana
En el mundo de hoy y en una situación que amenaza agravarse en el futuro, se descubre una profunda separación entre la fe y la vida cotidiana.
El programa de la Nueva Evangelización empieza por la renovación de la propia vida de fe, poniendo los medios para que se viva una auténtica vida cristiana. Esta vinculación entre fe y vida se hace concreta en la vida cotidiana. Como ha afirmado el Fundador, «se trata de superar actitudes que oponen cotidianeidad a dominicalidad, vida diaria a culto, buscando, como dice San Pablo, transformar la existencia propia en culto agradable a Dios».
El MVC considera que la unidad constitutiva de la persona es una invitación a vincular la vida y la praxis concreta y cotidiana con la fe. Las tareas y actividades de cada día, el trabajo, la vida de familia, el compartir común, los momentos de encuentro y comunión con los demás, todo ello, en la medida en que es vivido en presencia de Dios, ofreciendo constantemente al Señor el esfuerzo cotidiano por cumplir su Plan, constituye una instancia privilegiada de santificación en medio del mundo, haciendo de la vida de cada cual un culto agradable a Dios, un gesto litúrgico. Por eso, como María, los emevecistas tratan de vivir una espiritualidad de lo cotidiano. Esta espiritualidad se nutre de la fe y el amor de Dios y se hace concreta en el servicio amoroso con un horizonte que se impregna de esperanza. Aspira por ello a ser una espiritualidad eminente activa, pronta para el servicio, como la de María.